
Allá por los años 1918, un inmigrante llamado Marcos Schwartzman, llega a Argentina instalando su propio negocio de vidrios. Este transmite sus conocimientos referidos al oficio del vidrio y fabricación de espejos a su hijo Jaime Schwartzman. Al casarse el Sr. Ernesto Patoco con su hija, Matilde Schwartzman, recibe los conocimientos de Jaime Schwartzman. Es por este motivo que el Sr. Ernesto Patoco comienza con la actividad del vidrio y fabricación de espejos en la ciudad de Córdoba capital, creando el primer emprendimiento familiar, al cual se incorporaron sus hijos, el Sr. Ernesto Jaime Patoco y el Sr. Osvaldo Patoco hasta el año 1980, en la que la familia decide disolver la sociedad.